Guía de jardinería

El pino es un género de las pináceas que abarca a un gran número de árboles muy extendidos por todo el mundo. De hecho se adaptan a diferentes climas y latitudes, adaptándose a las condiciones de cada entorno y desarrollando elementos propios.

Las especies de pino que más se emplean para la técnica bonsái son las europeas y las orientales. Del primer grupo hay que destacar el Pinus mugo o pino negro por ser la más popular. También se emplean mucho el Pinus sulvestris (muy conocido también por el nombre de pino albar) y el pinus halepensis (o pino carrasco).

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Es uno de los árboles preferidos de los aficionados a la técnica bonsái debido, fundamentalmente, a su ductilidad para producir jins y sharis (rama y tronco respectivamente), a la calidad y belleza de su madera que forma muchos nudos, y a su hoja pequeña y perenne.

Su nombre científico es olea europeae y de él existen numerosas variedades. Entre ellas debemos elegir a aquellas que posean las hojas cortas y los frutos pequeños, ya que se adaptan mejor a este tipo de trabajos. Especialmente interesantes son: la arbequina y la variedad sylvestris proveniente de las Islas Baleares. En este último caso hay que señalar que ha sido la forma de la corteza y su producción de madera muerta lo que ha conquistado a los cultivadores de bonsáis.

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El alambrado en la técnica bonsái es alambrar un alambre al tronco o a las ramas de la planta para darle la forma que queremos.

Esta forma de trabajar la planta es relativamente nueva –a mediados del siglo XX- pues antes solo se utilizaba la poda, tensores y pesos para dar movimiento y forma a los árboles. Sin embargo, el alambre se ha revelado como un gran aliado de este trabajo, por su comodidad y limpieza. Y es que permite colocar cada una de las ramas en el sitio donde queremos que esté, agiliza el proceso de modelado de la planta, acelera que la rama pueda brotar lateralmente al ralentizar el flujo de la savia elaborada, y corrige los defectos del ejemplar convirtiéndolos en algo positivo (sin necesidad de recurrir a la poda como ocurriría antes).

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No todos los bonsáis son aptos para el interior de nuestra vivienda. Así pues, si estamos pensando en adquirir o regalar algún ejemplar bonsái para decorar un hogar debemos informarnos antes sobre las variedades que se adaptan a estas condiciones y la forma en que debemos proporcionarles los cuidados.

Ficus Retusa

Algunas de las especies de bonsái que mejor crecen en el interior son las siguientes:

• Ficus retusa, benjamina, panda, nerifolia y compacta.
• Carmona microphylla.
• Murraya paniculata.
• Sageretia teezans.
• Serissa phoetida.
• Ligustrum sp.

Una vez adquirido el bonsái debemos tener cuidado sobre dónde colocarlo pues de ello dependerá la temperatura que reciba nuestro ejemplar.  Si se trata de una planta de origen tropical, el interior de la vivienda es un espacio ideal en el que desarrollarse, pues la temperatura no varía de la mañana a la noche. Y tampoco sufre grandes variaciones entre el invierno y el verano.

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Mantener la humedad de un bonsái es, como en el resto de las plantas, fundamental para que la planta se mantenga sana. Si queremos saber si hace falta regar nuestro bonsái basta que toquemos la superficie de la tierra de la maceta. Si está húmeda, no hace falta que sigamos insistiendo. Si está seca, hay que regarla. Eso sí, en caso de que la planta tenga un sustrato suelto hay que mover la primera capa de tierra y comprobar cómo está por debajo.

A veces las capas de tierra que están más cerca del aire se secan, pero por debajo siguen húmedas. Y, claro, si agregamos más agua podemos pudrir las raíces. Así pues, si al mover la tierra observamos que la tierra es de color oscuro no hará falta que reguemos. Si queremos hacer esta misma comprobación en macetas de sustrato duro y compacto, lo que debemos hacer es clavar un palo largo (sirve, por ejemplo, un palillo de comer arroz de la cocina china). Si sale seco, la maceta necesita agua; si sale húmedo, podemos esperar. En caso de que estos sistemas no nos convenzan, en el mercado existen medidores de humedad que podemos emplear (son muy sencillos de manejar aunque sus cálculos siempre serán aproximados, nunca cien por cien seguros).

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En ocasiones la tierra que rodea a un bonsái no es vistosa y requiere un apoyo ornamental. Para estos casos se recurre a plantas que cubren el suelo a pie de árbol. Estas plantas se conocen con el nombre genérico de maleza y nos ayudan a crear un paisaje en miniatura en torno a nuestro bonsái.

Las especies más utilizadas para ello son las siguientes:

• Musgo corto: carece de raíces y se fija al suelo a través de unos pelos absorbentes que hacen las funciones de raíces. Se reproduce por esporas por lo que con una pequeña cantidad puedes llegar a cubrir la maceta entera con el paso del tiempo. Para obtenerlo puedes utilizar musgo fresco o seco. Aporta una textura sedosa a la superficie del suelo y limita la evaporación de agua del suelo, manteniendo siempre cierto grado de humedad alrededor del bonsái.
• Sagina: es una mala hierba, de pequeño tamaño y forma estrellada. Hay que controlarla, pues se trata de una especie invasora y corremos el riesgo de que le robe el alimento al árbol o seque el cepellón.

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