Guía de Jardinería

Cuántas veces se debe regar una planta Artículo Publicado el 24.02.2015 por Carolina

El riego es el aporte de agua que se realiza a las plantas para que mantengan su hidratación y puedan realizar adecuadamente sus procesos vitales.

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Dependiendo de la climatología de la zona en que nos encontremos, de la estación del año, de los ciclos de sequía, del tipo de terreno, de la variedad de planta de que se trate, o de que se encuentre en el interior o en el exterior de una vivienda, deberemos regarla con mayor o menor frecuencia. Por tanto, debemos tener mucho cuidado con recomendaciones del tipo: regar dos veces por semana, regar cada tres días; hay tantas variables que al querer ser metódicos podemos acabar con la vida de la planta.

Para saber si una planta necesita agua, lo mejor es tocar la superficie de la tierra en la que se encuentra. Si está seca, intenta abrir un poco la superficie para comprobar el grado de humedad. Si no la encontramos, hay que aportarle agua.

Otro sistema que nos sirve para evaluar la necesidad hídrica de la planta es echarle un poco de agua y observar la rapidez o la lentitud con la que la absorbe. Si lo hace rápidamente hay que seguir aportando pequeñas cantidades hasta que quede húmeda la parte superior. Si, por el contrario, el agua no se absorbe rápidamente o ni siquiera cala en la tierra, es que su grado de humedad es el correcto. Todo esto teniendo siempre en cuenta la zona geográfica en la que vivamos, las condiciones de humedad, aire y sol existentes. Si vives en una zona muy seca y con calor puede que la capa superficial de tierra de las macetas se seque mucho y se produzca al incorporar agua un efecto similar al mencionado anteriormente cuando ya tiene mucha agua: que tarde más tiempo en absorber. En dicho caso no significa que ya tiene suficiente agua. Un tip para evitar un interpretación incorrecta es utilizar un rociador para humedecer la superficie de la tierra antes de comenzar a regar.

Debemos prestar atención a todas las plantas que tengamos en el jardín o en la terraza, no sólo a aquellas que se encuentren expuestas al sol. El paso de aire o el tipo de suelo también influyen en la pérdida de humedad de la planta.

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Dependiendo del tamaño de la planta o de la maceta en la que se encuentra debemos hacer un aporte mayor o menor de agua. Un recipiente pequeño suele secarse con mayor rapidez que uno grande. En el caso de los jardines hay que tener en cuenta que las plantas de mayor tamaño necesitan crear más nutrientes para alimentarse y, por lo tanto, necesitan mayor cantidad de agua para mantenerse.

Es conveniente que, en el caso de las macetas, coloquemos un plantillo de barro o metal bajo la maceta. De esta manera evitaremos pudrir la planta y conseguiremos que las raíces puedan absorber el líquido elemento que se haya filtrado en el regado. También evitaremos que aparezcan manchas de humedad en el suelo, ya que las macetas la concentran en la parte inferior de la misma.

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En todos los casos, hay que recordar que todas las macetas deben tener un agujero en la parte inferior para poder expulsar el agua que les sobre.

También hay que prestar atención al tipo de agua que damos a nuestras plantas. El agua caliza no es buena para las plantas pero si no tenemos otra posibilidad, podemos anular su grado de acidez con zumo de limón.  La proporción es de un limón por cada cinco litros de agua.

Es importante también que controlemos la temperatura del agua, sobre todo en las plantas de interior y en el invierno. Es recomendable que sea templada e incluso algo caliente ya que el aporte de agua muy fría puede hacer que la planta enferme.

Fotos: Pixabay.com


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