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Guía de cultivo: Ajos Artículo Publicado el 25.03.2010 por Anto

El ajo, conocido científicamente como Allium sativum, el cual se caracteriza por ser un ingrediente fundamental de la cocina mediterránea, siendo una raíz bulbosa que se denomina cabeza, en la que se encuentran 10 o 12 dientes. Originaria de Asia Central, de donde pasó a Egipto, Grecia, Roma y, posteriormente, al resto de Europa, los españoles fueron a quienes lo llevaron a América.

ajo

Perteneciente a la familia de las Liliáceas, el ajo es muy rico en sales minerales, azufre, encimas y vitaminas. Además tienen muchas propiedades medicinales. En cuanto al uso culinario, el ajo puede secarse y usarse en láminas o molido.

A la hora de freíro, no hay que dejar que se dore demasiado pues adquiere un sabor amargo. El ajo seco se utiliza como condimento y por ello la presentación como «ajo en polvo», más manejable, se ha difundido en la moderna cocina europea. Los brotes de hojas, «ajetes tiernos», se consumen como si fuesen espárragos.


Esta hortaliza, se adapta bien a los climas templado-húmedo y frío, y se caracteriza por la plantación temprana con objeto de que se desarrolle totalmente antes de que los días se alarguen. De hecho, con estas condiciones climáticas, la planta no forma nuevas hojas ni bulbillos, pero engorda el bulbo, que de otra forma se quedaría pequeño por la escasez de bulbillos.


Esta planta prefiere suelos sueltos, aunque el único suelo que no tolera es aquel que se encharca.
Los ajos no se riegan por tener fama de que son más fuertes aquellos que vienen de cultivos de secano, sin embargo si necesitaran ser limpiados de malas hierbas.


Es importante tener en cuenta que el ajo no soporta las bajas temperaturas. Cinco o diez días antes de la plantación, hay que desgranar los bulbos para evitar que se deshidraten.


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