Guía de Jardinería

La poda de los árboles frutales Artículo Publicado el 26.01.2013 por Libelula

Para que un frutal de una producción formidable, de iguales características debe ser su poda, pero esta práctica reduce necesariamente el crecimiento de la planta: en cada especie es necesario respetar el límite.

poda de árboles frutales

En su mayoría, los frutales son árboles injertados, que consecuentemente, tienen el pie de una especie de buen sistema radicular, pero de mala fruta y la copa corresponde a una de buenas frutas. Es importante no olvidarlo para cuando se vea una rama debajo del injerto.

De acuerdo a la finalidad de la poda será el tipo. Ellas son:

1- Poda de formación:

Se realiza cuando se planta y en los primeros años de crecimiento. Cada especie tiene su forma, pero tienen conceptos generales que se aplican a todas por igual.

Con esta poda se consigue:

  • Estructura sólida de ramas, que pueden soportar bien el peso de los frutos y los vientos.
  • Copa abierta con óptima aireación y entrada de luz en cada parte del árbol. De esta manera se obtiene buena producción tanto de las ramas externas como de las internas. La fruta será más dulce por el impacto del sol.
  • Posibilidad de tener árbol de copa baja (entre 60 y 80 cm del suelo) donde se priorizará la recolección de frutos y el fácil manejo del árbol para cuidados. La fruticultura comercial e intensiva usa esta opción. También podemos obtener un árbol de copa alta (entre 1.60 y 1.80 metros del suelo). Este ejemplar dará sombra y ocupará menos lugar en el jardín, pero la recolección será más compleja.

2- Poda de limpieza:

Es aquella en la que se sacan ramas secas, enfermas y rotas, así como los chupones que están por debajo del injerto. También se podan las ramas que se cruzan e invaden el centro de la copa, quitando luz y sol. Se empieza por la poda para luego seguir por la fructificación que es específica de cada frutal.

3- Poda de fructificación:

Se realiza para que los árboles frutales den más cantidad de fruta. Consiste en favorecer la producción de yemas fructíferas en detrimento de las yemas de madera que son las que sólo dan hojas.
Siempre es necesario distinguir una yema de flor y una de madera. La primera, nos dará el fruto, y es más redondeada y abultada, mientras que la segunda es larga y afinada. La ubicación de las yemas de flor depende de la variedad, del vigor y de las reservas nutritivas disponibles. Por este motivo, antes de comenzar la poda se necesita tomarse un tiempo para observar la copa y el ramaje del año anterior. De esta manera se podrá elegir el criterio de crecimiento de las ramas. Si fue muy vigoroso, se optará por un raleo y un leve acortamiento. Si creció de 20 cm para abajo, estaremos frente a un ejemplar que perdió vigor, y requiere de un drástico raleo y acortamiento. Así se obliga a la planta a producir ramas más largas y con más brotes.


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