Guía de Jardinería

La encina: miel para porcinos Artículo Publicado el 26.11.2014 por Carolina

Árbol perteneciente a la familia de las fagáceas, la encina o quercus ilex es un ejemplar habitual de los bosques europeos. Se le conoce también con los siguientes nombres: carrasca, chaparra o chaparro.

Encina 1

Su aspecto y talla está directamente relacionado con las condiciones climatológicas en las que se desarrolla. Así, en unas zonas adquieren aspecto arbustivo, mientras en otras se acercan a los veinticinco metros de longitud.

Encina 3

En estado silvestre su copa adquiere forma ovalada en su juventud mudando a redonda-aplastada en edad adulta.
Sus hojas son perennes, coriáceas, tienen espinas y un color verde oscuro, aunque en el envés está cubierto de una especie de polvo plateado que se desprende al tocarla. Son hojas muy duras que evitan la transpiración, lo que protege a la planta en épocas de sequía. Permanecen en las ramas durante tres años y luego dejan paso a otras nuevas.

Su tronco es grueso, de color verde grisáceo y agrietado por todas partes. Su madera es dura y no se pudre soportando los embates del tiempo y la climatología. Por todo ello, y aunque es difícil de trabajar, se emplea en la fabricación de piezas que soporten gran rozamiento, formen parte de obras hidráulicas o participen en la construcción de diferentes estructuras.

Florece una vez al año produciendo ejemplares masculinos y femeninos. Los primeros se sitúan en la copa del árbol y adquieren colores amarillos, naranjas y pardos, en función del proceso de madurez. Las segundas, las flores femeninas, son pequeñas, se agrupan en pares o tríos y su color varía también atendiendo a su ciclo vital (al principio rojo y luego anaranjado).

El fruto de la encina es la bellota, una especie de fruto seco que se presenta en el interior de una cápsula ovalada y unas brácteas muy apretadas y densas. Madura durante el otoño.

Encina 2

La bellota es un producto muy solicitado en el mercado, donde es consumido por personas (como frutos ecos) y por el ganado. Su siembra en las dehesas está directamente relacionada con la alimentación del ganado porcino de mayor calidad. Y es que, al parecer, los cerdos alimentados con bellotas ofrecen una materia primera excelente para la obtención de jamones serranos.

Pero no solo interesa por la bellota, pues como ocurre con otros ejemplares de esta familia, la encina establece una relación simbiótica con diferentes hongos, algunos de ellos muy preciados en el mercado culinario. Esto ha provocado que en la actualidad algunos ejemplares de encina hayan sido inoculados para provocar la aparición del ascoma, conocido popularmente con el nombre de trufa.

En España se está empleando, además, para reforestar bosque perdido ocupando el lugar de alcornoques y robles.

La encina también interesa por su madera, que se trabaja para obtener carbón vegetal. Se reproduce a través de semillas (las bellotas), por esquejes y por brotes de raíz. En todos los casos, su crecimiento es lento. Las semillas deben plantarse en la misma estación en la que son cosechadas, en zonas sombrías y sin regarlas demasiado.

La encina ha estado presente en muchos capítulos de la cultura occidental. Así, por ejemplo, fue considerado árbol sagrado y simbolizó la fuerza y la longevidad durante la antigüedad, llegando a consagrarla a diferentes dioses, entre ellos el propio Zeus. De otro lado, las sagradas escrituras señalan que la cruz donde se crucificó a Jesucristo era de encina y que Abraham recibió a Yavé cerca de otro ejemplar de encina.

Fotos: Wikipedia.org


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